martes, 29 de octubre de 2013

Getafe 0-1 Athletic

Las estadísticas están para romperlas


El Athletic de Bilbao no había ganado nunca en el Coliseum. Diego Castro no había fallado nunca un penalti en Primera. El Getafe no había perdido en casa en esta temporada. Hasta ayer; cuando, entre las diez y las doce de la noche, esos tres datos se convirtieron en pretéritos, pasando a la concurrida papelera de reciclaje de las estadísticas. Ya se sabe que el destino de éstas, como la vida misma, es su propio fin: las estadísticas no son completas hasta que no se rompen. Y ayer murieron tres de golpe.

Athletic. Se presentaba en su maléfico Coliseum con la idea de que a la décima visita fuera la vencida. Y así fue. Aunque, en realidad, ganó un partido en el que, posiblemente, hizo menos por ganar que en alguna de las nueve visitas anteriores, en las que había empatado en cinco y perdido en cuatro. No fue un buen partido de los de Ernesto Valverde. Ni mucho menos. Se encontraron con un gol tempranero de Laporte a la salida de un córner y de esa renta vivieron sin rubor durante más de ochenta minutos. Sólo superaron al Getafe en una cosa, la más importante: el gol. Su pobre partido les sirve para ganar por primera vez en Getafe. Cosas del fútbol.

Diego Castro. El correcaminos del Getafe no está en un momento especialmente trascendente para el equipo. Aparece menos que de costumbre, aunque en la sombra siga sin parar de hacer kilómetros. Apenas había asomado su cualidad goleadora en esta Liga, y ayer tuvo una gran oportunidad. La mejor: desde el punto de penalti, donde nunca había fallado. Era el hombre récord desde los once metros, ya que no había errado una pena máxima en toda su carrera en Primera División. Llevaba 15 goles de penalti consecutivos, sin fallo. Hasta ayer. Por supuesto, también fue el primero que falla con la camiseta del Getafe. Sin embargo, al ser sustituido pidió perdón a la afición. No hay absolutamente nada que perdonarle.

Getafe. En su mejor momento –cinco victorias en las últimas seis jornadas–, perdió sin merecerlo. Una dolorosa derrota que no lo es tanto por su cómoda clasificación, pero que rompe su mejor racha en Primera, de cuatro partidos consecutivos ganando. Otros cuatro había jugado en el Coliseum en Liga, y ninguno había perdido. Hasta ayer. Perdió porque no consiguió meter la pelota en la portería contraria, pero no porque no lo intentara ni luchara hasta el final. Este equipo ha cambiado, más que en el juego o en los resultados, en lo más básico: la actitud. Y es esa la cualidad que más influye en los azulones. Con el comportamiento de ayer, me atrevo a aventurar que el Getafe perderá pocos partidos. El siguiente es el jueves en El Madrigal, donde el intratable Villarreal aún no ha perdido. Otra estadística…

Dijo Luis García, para resumir el partido, que “el fútbol a veces es así de puto”. En su imprevisibilidad está su hermosura. Prueba de ello dan las estadísticas, que vienen y van sin ningún rigor. Ayer se esfumaron tres. Se las llevó el Athletic en la maleta de los tres puntos. Nunca te fíes de ellas.



Foto: Ángel Rivero, MARCA.

domingo, 6 de octubre de 2013

Getafe 3-1 Betis

El Getafe ha vuelto...
 
…a hacerme disfrutar como un enano. Exceptuando el 5-1 al Sevilla de hace año y medio, hacía años –en plural– que el Geta no me hacía sentir como en la victoria por 3-1 ante el Betis. El gesto de llevarme las manos a la cabeza y los gritos de asombro han sido directamente proporcionales al espectáculo de una apisonadora azulona que por momentos ha pasado por encima del ‘EuroBetis’. La primera parte ha sido un primor; en once minutos los de azul han sentenciado el partido, por obra y gracia de Pedro León y Adrián Colunga. La segunda, con el Betis apretando y la renta obtenida como colchón, ha bajado un punto. Pero es que subir era imposible. Aun así, el equipo no ha parado de pelear y llegar al área rival para cerrar un partido mayúsculo que enmarca la patente mejoría. Un partido con nombres propios.

Pedro León. Es un futbolista especial. Quienes aún confiamos en él, creemos que las lesiones han lastrado un rendimiento que sólo puede subir. Quienes ya dejaron de confiar, creen que está acabado. Físicamente no es un portento, porque no lo es, pero tiene un golpeo con el pie derecho que es una delicia. Y esa delicia le ha dado al Getafe seis puntos en los dos últimos encuentros en el Coliseum: frente al Celta, puso las dos asistencias de los goles de Lisandro y Arroyo, en sendos córners; ante el Betis, en apenas cinco minutos ha marcado uno de los goles de la temporada (en una falta casi desde campo propio) y ha puesto el 2-0 de cabeza tras centro de Colunga. Por si fuera poco, en la celebración del primero gol el murciano se ha besado el escudo. El amor y agradecimiento a unos colores que enorgullece sobremanera a los que no hemos perdido la fe ciega en él. La inmensa alegría por Pedro no ha sido tal, ya que se ha tenido que retirar lesionado en el minuto 34. Todo en media hora.

Colunga. Otro que tal baila. De esta ‘ratilla de área’ que aporta en casi todo el campo hay que decir que, cuando está de dulce, peligro para los rivales. Y ahora parece que lo está. Comenzó el 2013 consiguiendo 6 goles y 3 asistencias en 8 jornadas, y en los dos últimos partidos ha anotado 3 tantos y asistido en otro. Como se caliente… En el 3-0 ha mostrado todo lo bueno que tiene dentro: desmarque a la espalda de los centrales, rapidez, oportunismo, extrema calidad en el control y sangre fría en la definición. Es que es muy bueno.

Borja. Le destaco porque, sin ser el mejor, derrocha la mejor de las cualidades: trabajo a destajo. Falla, porque no es un jugón. Pero no negocia su esfuerzo: lo da todo. Y ese es el camino que ha de tomar todo el equipo; que por actitud no sea, por favor. Si jugadores y entrenador lo dan todo, no les pediré nada. Porque quien hace todo lo que puede no está obligado a más.

Luis García. Hay que hablar de él porque es el jefe, para lo bueno y para lo malo. Cuando las cosas van mal no le faltan críticos que piden su cabeza, pero cuando las cosas van bien tampoco le escasean alabanzas. Mi postura para con él es contradictoriamente clara: hace cosas bien y cosas mal, como los jugadores. En bastantes ocasiones no me han gustado sus planteamientos ni el juego de su equipo, pero en otras sí. Sus resultados le amparan, así que dejémosle trabajar tranquilo. Y critiquemos, tanto a él como al equipo, tanto positiva como negativamente, desde la mesura y el respeto. Que eso siempre ayuda.

Afición. Nada de números. Análisis puramente cualitativo, basado en la comunión con los futbolistas. Si éstos juegan como ante el Betis, se gustan y gustan, y la grada responde. Si la grada responde, el Coliseum se escucha y se ve. El sonido lo ponen las ovaciones y las canciones de ánimo, y las bufandas inundan el aire. Si eso ocurre, los jugadores lo notan y crecen. Es tan sencillo como complicado es el fútbol. El Coliseum es frío cuando el Getafe es frío, y caliente cuando el equipo se enciende. Hoy me ha vuelto a doler la garganta.

En definitiva, hoy el equipo ha hecho estupendamente bien su trabajo y la afición se ha ido contenta a casa. Ahora, tras tres victorias consecutivas, llega el parón por selecciones cuando menos falta le hace al azulón. Pero quedémonos con lo sustancialmente importante. El Getafe ha cambiado. Hace un mes, con un punto sobre nueve en Liga, el equipo perdía 6-1 en Alcorcón y se encendían todas las alarmas. El pesimismo era total. Desde entonces, los de Luis García han conseguido cuatro victorias en cinco partidos, cosechando la única derrota en el Bernabéu. Hoy, el conjunto azulón termina la jornada 8 en quinta posición con 13 puntos, con una diferencia de 7 sobre el descenso. El optimismo es total.

Y, por encima de todo, el partido de hoy me ha hecho sentir algo muy especial: que, por momentos, ese Getafe alegre, divertido y resultón ha vuelto. Quizá es que ya me conformo con poco.