Vuelva usted mañana
Bueno, ya lo saben todos: el
Getafe es, a día de hoy, un circo mediático. A día de ayer no era mediático;
era simplemente un circo modesto, que sólo conocíamos los cercanos a él. Los
abonados llevan –llevamos– ya algunos años soportando esta manera de hacer.
Esta manera de separar. Con motivo del affaire
Pedro León, toda España se hace una idea de cómo funcionan las cosas en el
Getafe: mal.
No hablo de lo deportivo, donde
es un éxito el encadenar once temporadas consecutivas en la élite del fútbol
español. Me refiero a lo que no se ve; a lo que no se cuenta ni se quiere
contar. En el enfrentamiento entre el futbolista murciano y el presidente voy a
entrar poco, porque ahí están las versiones de las dos partes para que cada uno
saque sus conclusiones. Por ahora lo único que parece claro es que Ángel Torres
no dice la verdad. A estas alturas, afirmar que el presidente miente ya no
merece ni la pena. Como en casi todo lo que hace, en esto tampoco necesita
ayuda: se lo dice él solito.
Aprovechando que ahora el foco
está en el Getafe, me parece buen momento para mostrar cómo un club que lleva
once años en Primera División no pasa de Regional en algunas cosas. Y lo hago a
raíz de una pregunta que el presidente Torres lanzó el lunes en ‘El Larguero’
de la Cadena SER.
¿Que por qué se ha montado todo
este cirio ahora si Pedro León lleva sin ficha desde que se inició la
competición? Pues por una razón muy simple: porque el Getafe Club de Fútbol no
informa públicamente sobre nada. Porque ha tenido que saltar la noticia a
través de la LFP, ya que el club tiene por decreto callar ante el mundo que le
rodea. Porque el cortijo de Ángel Torres, tan hermético como él, huele a
cerrado que tira para atrás. Estamos hablando de un equipo que lleva once
temporadas en Primera División y cuya política de comunicación se basa en una
página web oficial en la que lo poco que cuelgan son textos tan mal redactados
que harían suspender a un chaval de 13 años. Unas crónicas mal escritas,
algunas declaraciones y poco más.
Eso es todo. Si un jugador se
lesiona, no hay parte médico oficial ni tiempo estimado de baja que valga. Si
se contrata a un futbolista en julio y en septiembre se queda sin ficha, no hay
ni una nota de prensa que dé un mísero detalle de lo ocurrido (Yoda se ha ido
al limbo, que el señor lo tenga en su gloria). Y, por supuesto, de abrirse una
cuenta oficial de Twitter, como la que tienen todos los equipos de la LFP,
mejor ni hablamos. Vuelva usted mañana, que decía Larra.
El Getafe vive de espaldas al
mundo, en general, y a su afición, en particular. Se pasa por el forro la
comunicación. Y luego, si hay algún problema, el jefe de esta empresa no duda
en culpar a la prensa hasta de la muerte de Kennedy, si es menester. Al mismo
tiempo, él prefiere ocultar la información, no informa de nada y, cuando lo
hace, no para de mentir. Al hilo de esto, hay una máxima en comunicación
corporativa que dice lo siguiente: “Si no comunicas, no existes”. Está claro
que el Getafe no existe, no quiere existir. Ellos sabrán por qué. Yo no lo
logro entender.
Volviendo al asunto de la
polémica, el último episodio es que después de que haya salido a la luz una
oferta del Hannover por Pedro León para desdecir las palabras de Torres, éste
afirma que es falsa (el club alemán lo ha desmentido) y que no ha llegado al
club. Tratándose del Getafe, yo ya no sé: viendo cómo funciona, es bien
probable que justo el día en que los alemanes enviaron el documento en el club
estuviera agotado el tóner. O, qué sé yo, que se hubiera caído el WiFi y no
pudieran meterse a ‘Google Translate’ para poder entender lo que decía la
oferta. O que, simplemente, en las oficinas del Getafe no tengan conexión a
Internet ni fax. No me extrañaría que se comunicaran con señales de humo.
Vuelva –a mandarlo– usted mañana, que se me ha traspapelado.
Y esta es la última
representación de un club convertido a chirigota. Sin puñetera gracia; eso sí,
con su gran dosis de vergüenza ajena, que nunca falte. Con este esperpéntico
enfrentamiento no gana nadie. Perder, pierden los de siempre: la imagen del
club y su afición. Vuelva usted mañana, que no habrá cambiado nada.
“-Así está establecido; así se ha hecho
hasta aquí; así lo seguiremos haciendo.”
(…)
“Pero veo por sus gestos de usted -concluí
interrumpiéndome oportunamente a mí mismo- que es muy difícil convencer al que
está persuadido de que no se debe convencer.”