El parte del Coliseum
En el Coliseum siempre llueve. Da
igual la época del año, que si eres un aficionado del Getafe vas a salir
mojado. Si no es lluvia, será la tormenta que te genera dentro un equipo que te
decepciona más de lo que te alegra y al que, por eso, cada día quieres más. Si no
son ni la una ni la otra, nunca faltará el chaparrón de cada dos semanas: aunque
tú no lo sepas, azulón, no estás en el Coliseum porque siempre está vacío.
Tienes asumido que nunca van a valorar tu presencia porque nunca les va a dar
por pensar que cuanta menos gente pueble la grada, más mérito tendrá esa gente.
Hay domingos que incluso te mojas por las tres. Empapados y apaleados. Pero
siempre con la cabeza alta.
Del Coliseum siempre sales sucio.
Por la mierda que hay en los asientos y por la mierda que te va a caer encima
por ser un aficionado inexistente. Como si el hecho de que no te acompañen
todos los que pudieran fuera culpa tuya. Como si pagar tu abono no mereciera el
detalle de que pasaran un trapo húmedo por esas sillas que hace tiempo dejaron
de ser azules. Pero el orgullo de defender tus colores todo lo limpia. A pesar
de tanta mierda, sales como entras: impoluto. Y que sigan ensuciando, que
cuanto más nos intenten manchar más brillaremos.
Mojados y ensuciados, nos ponemos
el termómetro. El Coliseum es un estadio frío en el que hace un frío del
carajo. Allí se acerca una afición fría a la que, de tan gélida que es, no se
le recuerda un solo incidente en once temporadas en la élite. Otras vendrán a
dar lecciones de calidez, sin caer en la cuenta del lastre de violencia que
arrastran consigo. Aquí no pasa eso. No queremos ese tipo de calor, preferimos
el frío del respeto y el tedio de la tolerancia.
Tanto frío nos rodea que tenemos
muchas probabilidades de salir quemados del estadio. En muchas ocasiones es un
equipo que no da la talla el que te quema. Cuando da la casualidad de que no,
no te faltará al llegar a casa la mofa irrespetuosa de algún periodista o medio
de comunicación comunicándote que no, que tú no vienes de pelarte de frío en el
Coliseum. Porque no hay nadie. Siendo generosos, diez o doce.
Este es un parte resumido del
estado de las gradas del Coliseum. A pesar de todo esto, a la afición fantasma del
Getafe no le cala la lluvia, no le ensucia la mierda ni tampoco le encoge el
frío. Le protege un escudo que puede con todo: su orgullo y su pasión.
El broche final va en primera
persona porque sé de lo que hablo. El Getafe nos fallará una y mil veces, que
nosotros al Getafe no. Llueva, haga frío o nos cubra la mierda. Ahí estamos y
ahí seguiremos: sacando brillo a nuestro orgullo para permanecer impolutos ante
la adversidad.