Lluvia, frío y una lección de compromiso
Un domingo feo, frío y lluvioso es el que ha escogido el Getafe para reaccionar. Ya tocaba sacar la casta y el carácter que desde hace tiempo viene siendo inusual por el Coliseum. La mejoría del equipo azulón ha llegado media hora tarde, pero ha servido para remontar un 0-2 que dejaba a Luis García y los suyos a los pies de los caballos.
Ha sido un partido de contrastes:
del despropósito azulón del inicio a la entrega y compromiso del final; del
desapacible día meteorológico al calor que ha desprendido la lucha de (casi)
todos los getafenses; del inconmensurable trabajo a destajo de Borja, Diego Castro
y compañía, a la vergonzosa actitud de un Colunga que ha demostrado ser
cualquier cosa menos un profesional del fútbol.
El inicio del encuentro ha sido
la continuación del despropósito azulón de las últimas semanas. Al cuarto de
hora, la Real Sociedad ganaba 0-2 (y debería ganar 0-3, tras gol mal anulado a
Vela) y se paseaba plácidamente por el Coliseum ante un Getafe descompuesto.
Quizá por eso, los locales dieron un tímido paso adelante y los visitantes se
relajaron. Cuando los donostiarras se quisieron dar cuenta, los azulones ya se
habían metido de lleno en el partido. A arreones encontraron un gol –que podían
haber sido más– antes del descanso.
Tras la reanudación, lo que
siguió fue una segunda parte de dominio getafense a base de empuje y coraje. El
empate de Pedro León hacía justicia al trabajo colectivo encabezado por el
tremendo despliegue físico de Borja y Diego Castro, que han estado en todos los
sitios. Y han contagiado a sus compañeros. Cuando Fernández Borbalán expulsó
rigurosamente al primero y cortó las alas del juego azulón, el segundo tomó las
riendas del equipo y no dio ni un balón por perdido. Las críticas recibidas se
evaporan para convertirse en aplausos cuando se trabaja así. Éste es el camino
que ha de seguir el Getafe, el del carácter mostrado en los últimos 60 minutos
de hoy. Aunque siempre está la excepción que confirma la regla.
Colunga. Luis García ha felicitado a sus jugadores en rueda de
prensa. Se equivoca generalizando. El sudor y el esfuerzo que han derrochado
Diego Castro, Borja, Pedro León, Ciprian o Arroyo no merece comparación alguna
con el pasotismo que ha mostrado Colunga al entrar, en el minuto 87. Es verdad
que el míster madrileño le ha metido en el campo, en mi opinión, demasiado
tarde. Que le ha tenido calentando todo el segundo tiempo para darle solo cinco
minutos, cuando el cansancio de Ciprian llevaba ya muchos minutos pidiendo el cambio.
Pero no hay excusas que justifiquen el vergonzoso comportamiento del delantero
asturiano. Ni ha corrido ni lo ha intentado, ni ha ayudado al equipo; se ha
dedicado a andar y esconderse, vagando por el campo. Se ha retratado; en cinco
minutos ha perdido todo el crédito que se pudiera haber ganado en tres
temporadas.
Mientras unos, los jugadores, se
vacían y lo dan todo por su escudo y otros, los seguidores, se mojan y pasan
frío por unos colores, otros no son capaces ni de sudar por respeto a
compañeros y aficionados. Adrián Colunga ha firmado hoy su sentencia como
jugador del Getafe. Y ha recibido toda una lección de compromiso y
profesionalidad de sus compañeros, algunos de los cuales no podían ni moverse por
el derroche de esfuerzo tras el pitido final. Era el mismo momento en el que él
se iba camino del vestuario andando (como los minutos que ha jugado), sin
haberse ganado ni uno de los miles y miles de euros que cobra. Ha de pedir
perdón públicamente a todos (compañeros, entrenador, club y afición) y
marcharse más pronto que tarde. En Getafe ya lo ha demostrado todo.
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