El Bayer Leverkusen
“Ni antes éramos la última mierda que cagó Pilatos ni ahora
somos el Bayer Leverkusen”. Se lo dijo el eterno Manolo Preciado a su Sporting
de Gijón en 2008, y con el permiso de su memoria se lo digo hoy a mi Getafe,
que ha ganado al Espanyol bien ganado y sobre todo bien jugado. Que está bien,
muy bien, como ha estado mal, bastante mal. Ni antes había que echar a Escribá
ni ahora vamos a ganar la Champions. Pero qué bien sientan domingos así.
Tres victorias seguidas, seis jornadas consecutivas sin
conocer la derrota. Tres puntos más que ayer, nueve más que hace 13 días, diez
sobre el descenso y a quince del objetivo. Y lo mejor de todo es que quedan 18
partidos para disfrutar de este Getafe. Que, además y por encima de todo esto,
está jugando al fútbol como hacía años que no se recordaba. Tan mal
acostumbrados nos tiene el conjunto azulón que verlo así de divertido y de
desatado no solo ilusiona, sino que emociona. Emociona ver a un equipo ser un
equipo tan auténticamente, bien compenetrado, unido y trabajado.
Emociona ver a un portero que no es santo de tu devoción
levantarse de las caídas y volar cada jornada un centímetro más para salvar los
goles rivales. O disfrutar de una defensa compacta, donde sale el capitán y
entra un novato como Cala al que de repente se le empieza a poner cara de un
mito como Cata. También ayuda a subir la emoción encontrarse con un Yoda que es
mejor lateral sin ser lateral que el lateral que es titular. Qué decir del
derroche y la omnipresencia de la pareja formada por Juan Rodríguez y Lacen: el
primero pone la sobriedad para que el segundo haga la revolución. Mehdi es tan
revolucionario que corre más cuanto más cansado está. Es el Benjamin Button del
Getafe: se ducha antes de empezar y termina los partidos sin sudar, pletórico
como en el pitido inicial.
Aunque si hay alguien que está en todo, ese es Víctor
Rodríguez; todo pasa por él. Si te despistas un segundo ya te la ha liado, si
estás atento posiblemente también. Nunca te fíes de Chicho Terremoto, y
menos cuando ha encontrado a un socio como Sarabia, que ha tardado cinco
temporadas en aparecer, pero cómo ha aparecido. A su lado estaba hoy Pedro
León, que no es el que más corre, pero sí el que más lo siente. Estando a un
30% de su mejor rendimiento todavía se puede sacar de la chistera recitales
como el de hoy, en el que ha marcado un golazo como ha podido marcar tres.
Álvaro, un delantero que falla cara a gol, te hace sudar viendo cómo se
desfonda en la presión. Y ese Moi Gómez, con menos minutos de los que debería,
que sale, rinde y golea para cerrar un partido redondo de este grandísimo
Getafe de Fran Escribá. Porque este Getafe ya es de Fran Escribá y puede hacer
con él lo que quiera.
Hoy hay licencia para decir que el Geta tiene más lejos los
puestos de descenso que los europeos, pero no se debe olvidar que cuanto más
arriba se está, más motivos se tienen para mirar abajo y así evitar una caída. En
el fondo no importa, porque desde hace unas semanas mires donde mires te
encuentras a un equipo luchando, tocando, disfrutando y haciendo disfrutar. Para
qué negarlo, es bonito.
No es el
Bayer Leverkusen, ni falta que le hace. Pónganse a cubierto, que el Getafe ha
roto a jugar.