viernes, 28 de marzo de 2014

Getafe 0-1 Villarreal

Peor, imposible

Un portero simpático, y poco más. De los que crea equipo en el vestuario y mucho miedo en el césped. Un par de centrales más preocupados de protestar al árbitro que de guardar las autopistas de peaje (vacías) que se construyen tras sus espaldas. Un lateral derecho que defiende mal, ataca peor y parece que corre a cámara lenta de la penosa condición física que arrastra. Dos mediocentros suplentes que hacen lo que pueden mientras los dos mejores observan el solar desde el banquillo. Un internacional sub-21 tan lento como frágil, que maltrata el balón parado y al que se le escapan los controles a pases de tres metros. Un croata oscuro que ilumina, pero que no dura ni una hora porque vino tras dos meses de vacaciones. Un delantero que si pisa el área rival es por casualidad. Que al finalizar el partido pide disculpas a la afición “porque no se merece el espectáculo lamentable que están dando”, mientras olvida que hace dos meses fue él solito el que dio un espectáculo lamentable por el que todavía no ha pedido perdón ni dado una explicación. 

En conjunto, un equipo que llega tarde a todos los balones divididos, que raramente gana un balón en largo o una carrera. Un grupo sin alma, al que la pelota de fútbol se le hace de rugby cuando pasa por sus pies. Sin confianza, sin garra, sin peligro, sin nada de nada. Un equipo roto en mil pedazos, incapaz de hacer un solo gol en casa para remontar un partido en el que le va la vida, porque ha terminado más jornadas sin golear que goleando (16 de 30). Un conjunto de jugadores de cierto nivel que arrastran cuatro meses sin saber lo que es ganar un partido. Que están a falta de cuatro partidos para cumplir una vuelta entera sin ganar. 15 jornadas sin victoria. 5 puntos de 45. Y lo que viene…

Un entrenador desesperado a las tres semanas de llegar, que ya sabe dónde se ha metido pero no encuentra el camino. Un presidente que prefiere tener unos pocos miles más de euros en la caja que unos pocos miles más de aficionados en la grada. Una afición cada vez más sola, a la que solo le acompaña el escudo que luce en el pecho.

Esto es el Getafe tras la jornada 30, a ocho de certificar su descenso a Segunda División, si no intercede un milagro.

 

* Foto: marca.com

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